Galicia, región
autonómica situada en el extremo Noroeste de España, se ha
caracterizado hasta hace poco tiempo por una población de campesinos
con explotaciones de tipo minifundista y una enorme dispersión del
hábitat en muchas pequeñas aldeas lo que ha generado estrategias
cooperativas adecuadas para hacer frente a los problemas de las
explotaciones campesinas pequeñas en especial la escasez de
recursos. Aunque, hoy en día, el mundo del campo ha cambiado
radicalmente, influido por el desarrollo de la industria
agroalimentaria y la globalización se han mantenido hasta el
presente o hasta fechas muy recientes una serie de sistemas
cooperativos que permitieron durante siglos sobrevivir a las duras
condiciones del campesinado tradicional. Los que se describen a
continuación son aplicables para resolver problemas parecidos a
otras zonas del mundo:
1. Mutuas voluntarias
de seguro ganadero.
A este sistema dedicamos recientemente esta entrada
2. La vecera o gestión
común del ganado.
Para el cuidado
extensivo del ganado, en especial el de tipo menor, se emplea el
sistema de la “viceira o veceira “, vecera, en las comarcas donde
hay abundantes pastos comunales, como sucede en las montañas. Los
vecinos hacen un acuerdo a nivel de aldea para el pastoreo
comunitario por turnos de todas sus reses, de modo que todos los días
uno de ellos tenía que cuidar el ganado de todos los demás, a
mayores del propio, sacándolo de la aldea, llevándolo al monte y
devolviéndolo al atardecer a cada casa. En el caso, muy frecuente,
de que los distintos vecinos tuviesen un número diferentes de
animales se establecía un módulo, de modo que por ejemplo, el que
tuviese siete reses tenía que hacer un turno de un día, el de
catorce dos y así sucesivamente, de modo que una persona dueña de
veintiocho ovejas tenía que cuidar las de todos durante cuatro días.
Cuando se trasladaba a
los animales a los pastos de altura, desde finales de primavera hasta
comienzo del otoño, se aplicaba el mismo sistema y cada encargado
del turno del cuidado del rebaño pasaba los días correspondientes
en los pastos de la montaña viviendo en una pequeña choza, hasta
que le llegaba el relevo, a cargo de otro miembro de la comunidad.
Otra fórmula
alternativa, aún en uso en las montañas orientales de la región,
es la del pastor asalariado por los miembros de la comunidad vecinal
ganadera. Se hace un contrato con el pastor, al que se le suele
abonar el salario mínimo interprofesional que marca el derecho
laboral español, por el cual se compromete a sacar a pastar todos
los días el ganado de todos los vecinos de la aldea que participan
de la comunidad, y éstos se comprometen, a mayores de pagarle el
salario en proporción al número de animales que aportan al rebaño
común, a alojarlo en su casa, y mantenerlo también de acuerdo con
lo anterior.
Cuando el ganado sube a
los pastos de montaña, el pastor asalariado, que también puede
llevar un cierto número de ovejas propias, vive en una cabaña, y
cada cierto número de días recibe comida fresca, y a veces la ayuda
de alguno de los ganaderos que participan en el trato.
3. La gestión de los
montes comunales.
Hay dos tipos de montes
comunales que se explotan de modo colectivo sin partir
definitivamente su propiedad o sus derechos de explotación. En unos
tienen derecho a acceder a sus recursos todas las casas que tiene
asiento conocido en la aldea, comunidad o parroquia a la que
pertenecen, en otros solo pueden utilizarlo aquellos que tienen
derecho a hacerlo no siendo suficiente para ello el estar avecindados
dentro de la comunidad que lo usa.
En ambos casos los
usuarios lo hacen de un modo colectivo formando una asociación que
se encarga de la gestión mancomunada de este recurso común, al
menos para la mayoría de los vecinos de la comunidad. Se regula el
acceso a los diferentes recursos siempre con la filosofía de la
igualdad de oportunidades de los comuneros.
En el caso de la
explotación agrícola se procede a dividir el monte en parcelas
temporales que se sortean entre los usuarios quienes después
proceden a las labores propias de la rozas, el sistema tradicional de
cultivo mediante el uso del fuego, consistente en cortar y quemar la
vegetación para dejarlo de este modo despejado y abonado y poder
proceder a la siembra.
Por este sistema se
obtiene una primera cosecha que puede ser importante dependiendo de
las condiciones del lugar y de la climatología del año, en años
sucesivos los rendimientos son decrecientes al punto de que en
algunos sitios la tercera cosecha ya no se considera rentables.
Agotada o notablemente disminuida la fertilidad inicial del suelo se
abandona el lugar hasta que la recupera para lo que pueden pasar
cinco, siete o en algún caso más de catorce años.
4. La gestión de los
sistemas de riego.
Galicia, el país de
los mil ríos y la lluvia, tiene problemas con la gestión del agua
de los regadíos en especial desde la época en que a causa de la
importancia creciente de la ganadería se incrementó la expansión
de los prados de pasto que necesitan ser regados, en especial durante
los períodos de relativa sequía estival. Para solucionar el
problema de la escasez temporal de agua se han desarrollado sencillos
sistemas de reparto mediante pequeñas canalizaciones hechas con
medios sencillos por los campesinos que requieren, no tanto una labor
costosa de mantenimiento que cada uno suele hacer en el tramo
correspondiente a sus fincas como un control riguroso de los turnos
de aprovechamiento.
Aquí el acuerdo de los
vecinos que emplean el mismo recurso común en un lugar concreto
resulta fundamental para el mantenimiento del sistema. A lo largo de
la historia la ausencia de un poder inmediato consensuado y aceptado
por los regantes ha dado lugar a numerosos litigios que han sido
llevados ante los tribunales de justicia ordinarios con el
correspondiente gasto de dinero y de energía.
En líneas generales la
conflictividad no parece excesiva en un país de minifundio con
innumerables explotaciones que requieren regadío y en las que el
recurso a la ley es una costumbre tradicional como forma de mantener
los derechos y el prestigio de las personas o familias envueltas en
el problema.
Quizás la existencia
de un órgano más próximo para resolver los problemas derivados de
la gestión del agua, como por ejemplo el tradicional Tribunal de las
Aguas de Valencia, adaptado a las condiciones del país hubiese
contribuido a la minimización de los incidentes.
En algunos casos donde la inversión fue más costosa, como en la comunidad de regantes del valle de Lemos, con una gran presa y varios canales (construidos durante la dictadura), abarcando varios municipios, la gestión se hizo mucho más compleja. Al entrar en la gestión la administración pública (actualmente la Confederación Hidrográfica Miño-Sil), se produjo un cierto abandono del sistema de autogestión a medida que se iba abandonando el cultivo, sin actualizarse la base de datos de regantes y sin que quedase claro el papel de la propia comunidad de regantes y del ente público en el mantenimiento del sistema. Esta ambigüedad fue llevando a un cierto desgobierno, que se mantiene actualmente (con tímidos esfuerzos desde la administración por regularizar la situación, que nunca llegan a completarse por falta de apuesta política real).
En algunos casos donde la inversión fue más costosa, como en la comunidad de regantes del valle de Lemos, con una gran presa y varios canales (construidos durante la dictadura), abarcando varios municipios, la gestión se hizo mucho más compleja. Al entrar en la gestión la administración pública (actualmente la Confederación Hidrográfica Miño-Sil), se produjo un cierto abandono del sistema de autogestión a medida que se iba abandonando el cultivo, sin actualizarse la base de datos de regantes y sin que quedase claro el papel de la propia comunidad de regantes y del ente público en el mantenimiento del sistema. Esta ambigüedad fue llevando a un cierto desgobierno, que se mantiene actualmente (con tímidos esfuerzos desde la administración por regularizar la situación, que nunca llegan a completarse por falta de apuesta política real).
Estás fórmulas, exitosas a lo largo de siglos en los lugares de montaña de amplias zonas del mundo, permiten obtener una cierta ganancia sin demasiado esfuerzo ni inversión inicial.
Parece muy probable que,
con la ayuda de los microcréditos (o algún tipo de capital semilla), para tener los animales
necesarios para que el procedimiento sea viable, se pueda obtener un
beneficio adecuado con una pequeña inversión puesto que la
filosofía de los sistemas de gestión comunitaria de los animales
de las pequeñas explotaciones ganaderas, es la de una inversión
mínima de la que se puede obtener un beneficio seguro, de un modo
cooperativo, que fomente la solidaridad social y económica dentro de
las comunidades.
José Manuel Vázquez Varela
Catedrático jubilado
de Prehistoria y Etnología, colaborador de ESF.
Sergio Fernández Alonso
Técnico de proxectos de Enxeñería Sen Fronteiras Galicia
Sergio Fernández Alonso
Técnico de proxectos de Enxeñería Sen Fronteiras Galicia
1 comentario:
Hay trabajos comunitarios puntuales que se realizaban, como "a maia", tenian una funcion tambien festival. A dia de hoy en las cofradias de mariscador@s aun pervive un trabajo comunitario muy interesante.
Me ha gustado mucho. Felicidades
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