Dentro del proceso de trabajo para ver "qué pasará" después de que en 2015 no se hayan cumplido los Objetivos de Desarrollo del Milenio, se está trabajando ya en una serie de nuevos objetivos que se basaron en unas consultas a distintos agentes y cuentan con una agenda que se está desarrollando a marchas forzadas. Estos objetivos se conocen con el nombre de Objetivos de Desarrollo Sostenible, y serán 17. Ya hay unas primeras propuestas de metas dentro de cada objetivo e indicadores de consecución de esas metas.
Desde Enxeñería Sen Fronteiras Galicia iremos publicando reflexiones sobre algunos de estos objetivos cuya temática nos interesa especialmente, desde la óptica de cómo la tecnología y la ingeniería debería ponerse al servicio de conseguirlos.
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Como en el objetivo 14, también será clave la tecnología para el levantamiento de datos precisos y fiables
que permitan hacerse una idea del restado de deterioro de los
ecosistemas y su evolución. Esto debería servir no sólo para
apoyar la búsqueda de soluciones (donde también las herramientas de
toma de decisiones serán importantes y la ingeniería tiene mucho
que aportar en ellas), sino también para erradicar posibles dudas
acerca de los impactos a todos los niveles que están teniendo lugar
con el deterioro de los ecosistemas (dudas promovidas en general
por determinados grupos de presión interesados no precisamente en el
bien común...). Herramientas que promuevan la cartografía
participativa para la toma de decisiones consensuada, la
concreción de modelos territoriales, políticas de ordenación
territorial y de gestión de áreas protegidas serán también muy
importantes si se quiere construir sociedades con una ciudadanía
informada, activa y responsable. La conciliación de las múltiples
actividades sobre el territorio necesarias para la vida, se verá
facilitada por nuevas técnicas que hagan menos impactantes esas
actividades, y por tanto sostenibles (tanto desde su componente
económica, como de la social y ambiental). Dentro de estas técnicas
no hay que olvidar tampoco las tecnologías blandas, vinculadas con
la componente institucional o de gobernanza, de la
sostenibilidad, que al ser transversal influye directamente en las
otras tres (y que además suele ser la más crítica).
Hay que destacar también la protección
de los recursos genéticos y biodiversidad, siendo la
biotecnología uno de los campos con más proyección de futuro (y
que genera más controversia), con lo que hay que ser especialmente
cautos y no perder de vista la generación de bien común y la
equidad (esta última contemplada en un objetivo propio). También
los modelos productivos y organizativos “en cadena” (aquí hay un
papel importante de la ingeniería de organización), implementados
de forma homogénea, pueden tener un impacto negativo (ya lo están
teniendo en muchos casos de agricultura industrial, pesca, actividad
forestal, etc.), siendo papel de la ingeniería buscar nuevos
sistemas adaptables a realidades heterogéneas (y de nuevo sin perder
de vista la justicia social a través de la inclusión y la equidad).
Como se ha mencionado, la relación
entre objetivos debería ser tenida muy en cuenta, pudiendo ser
contraproducente trabajarlos aisladamente. En este caso, el papel de
la ingeniería será clave por ejemplo en la lucha contra la
desertificación y la sequía, sin perder de vista la gestión
sostenible del recurso hídrico (no sirve de mucho que en una zona
desértica se use tecnología de última generación de riego por
goteo en campos de golf o cultivos, teniendo que consumir agua fósil
de acuíferos antiguos que no se recargan, o teniendo que traer el
agua de grandes distancias, aquí las herramientas mencionadas de
toma de decisiones sobre modelo territorial y actividades compatible
cobra una enorme importancia).
Un entorno de consciencia sobre los
límites del planeta y la necesidad de justicia social será clave en
el desarrollo de la tecnología que realmente apoye la consecución
de estos objetivos, o se correrá el peligro de desarrollar
tecnologías muy eficientes en un aspecto, pero que sin integrar en
su entorno ambiental, social, ético y político pueden llevar a efectos incluso negativos (por ejemplo la conocida como Paradoja de Jevons,
aplicable a cualquier tecnología, como lo mencionado de la lucha
contra la sequía).
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