... ocorréuseme deixarvos por aquí un relato de Eduardo Galeano chamado "muros".
Posiblemente o coñezades, e para os que non, pois agora poderedes disfrutar da literatura deste autor e expresar o que opinades acerca do que está a suceder en Sáhara, pois non é un problema que apareza agora ainda que sexa un dos momentos nos que máis se fala del.
Tampouco proveñen os enfrontamentos do problema con Aminetu Haidar, non. Estes conflictos levan 35 anos sucedéndose e non debemos quedarnos parados, nin ser simples espectadores, pois por pouco que nos movamos, aportaremos un pouco máis para facer un moito.
Infórmate, crea a túa opinión e móvete!! [María]
"Muros""El Muro de Berlín era la noticia de cada día. De la mañana a la noche
leíamos, veíamos, escuchábamos: el Muro de la Vergüenza, el Muro de la
Infamia, la Cortina de Hierro...
Por fin, ese muro, que merecía caer, cayó. Pero otros muros han brotado,
siguen brotando, en el mundo, y aunque son mucho más grandes que el de
Berlín, de ellos se habla poco o nada.
Poco se habla del muro que Estados Unidos está alzando en la frontera
mexicana, y poco se habla de las alambradas de Ceuta y Melilla.
Casi nada se habla del Muro de Cisjordania, que perpetúa la ocupación
israelí de tierras palestinas y de aquí a poco será 15 veces más largo que
el Muro de Berlín.
Y nada, nada de nada, se habla del Muro de Marruecos, que desde hace 20 años
perpetúa la ocupación marroquí del Sáhara occidental. Este muro, minado de
punta a punta y de punta a punta vigilado por miles de soldados, mide 60
veces más que el Muro de Berlín.
¿Por qué será que hay muros tan altisonantes y muros tan mudos? ¿Será por
los muros de la incomunicación, que los grandes medios de comunicación
construyen cada día?
En julio de 2004, la Corte Internacional de Justicia de La Haya sentenció
que el Muro de Cisjordania violaba el derecho internacional y mandó que se
demoliera. Hasta ahora, Israel no se ha enterado.
En octubre de 1975, la misma Corte había dictaminado: "No se establece la
existencia de vínculo alguno de soberanía entre el Sahara Occidental y
Marruecos". Nos quedamos cortos si decimos que Marruecos fue sordo. Fue
peor: al día siguiente de esta resolución desató la invasión, la llamada
Marcha verde, y poco después se apoderó a sangre y fuego de esas vastas
tierras ajenas y expulsó a la mayoría de la población.
Y ahí sigue.
Mil y una resoluciones de las Naciones Unidas han confirmado el derecho a la
autodeterminación del pueblo saharaui.
¿De qué han servido esas resoluciones? Se iba a hacer un plesbiscito, para
que la población decidiera su destino. Para asegurarse la victoria, el
monarca de Marruecos llenó de marroquíes el territorio invadido. Pero al
poco tiempo, ni siquiera los marroquíes fueron dignos de su confianza. Y el
rey, que había dicho sí, dijo que quién sabe. Y después dijo no, y ahora su
hijo, heredero del trono, también dice no. La negativa equivale a una
confesión. Negando el derecho de voto, Marruecos confiesa que ha robado un
país.
¿Lo seguiremos aceptando, como si tal cosa? ¿Aceptando que en la democracia
universal los súbditos sólo podemos ejercer el derecho de obediencia?
¿De qué han servido las mil y una resoluciones de las Naciones Unidas contra
la ocupación israelí de los territorios palestinos? ¿Y las mil y una
resoluciones contra el bloqueo de Cuba?
El viejo proverbio enseña:
La hipocresía es el impuesto que el vicio paga a la virtud.
El patriotismo es, hoy por hoy, un privilegio de las naciones dominantes.
Cuando lo practican las naciones dominadas, el patriotismo se hace
sospechoso de populismo o terrorismo, o simplemente no merece la menor
atención.
Los patriotas saharauis, que desde hace 30 años luchan por recuperar su
lugar en el mundo, han logrado el reconocimiento diplomático de 82 países.
Entre ellos, mi país, el Uruguay, que recientemente se ha sumado a la gran
mayoría de los países latinoamericanos y africanos.
Pero Europa, no. Ningún país europeo ha reconocido a la República Saharaui.
España, tampoco. Este es un grave caso de irresponsabilidad, o quizá de
amnesia, o al menos de desamor. Hasta hace 30 años el Sahara era colonia de
España, y España tenía el deber legal y moral de amparar su independencia.
¿Qué dejó allí el dominio imperial? Al cabo de un siglo, ¿a cuántos
universitarios formó? En total, tres: un médico, un abogado y un perito
mercantil. Eso dejó. Y dejó una traición. España sirvió en bandeja esa
tierra y esas gentes para que fueran devoradas por el reino de Marruecos.
Desde entonces, el Sahara es la última colonia del Africa. Le han usurpado
la independencia.
¿Por qué será que los ojos se niegan a ver lo que rompe los ojos?
¿Será porque los saharauis han sido una moneda de cambio, ofrecida por
empresas y países que compran a Marruecos lo que Marruecos vende aunque no
sea suyo?
Hace un par de años, Javier Corcuera entrevistó, en un hospital de Bagdad, a
una víctima de los bombardeos contra Irak. Una bomba le había destrozado un
brazo. Y ella, que tenía ocho años de edad y había sufrido once operaciones,
dijo:
-Ojalá no tuviéramos petróleo.
Quizás el pueblo del Sahara es culpable porque en sus largas costas reside
el mayor tesoro pesquero del océano Atlántico y porque bajo las inmensidades
de arena, que tan vacías parecen, yace la mayor reserva mundial de fosfatos
y quizá también hay petróleo, gas y uranio.
En el Corán podría estar, aunque no esté, esta profecía:
Las riquezas naturales serán la maldición de las gentes.
Los campamentos de refugiados, al sur de Argelia, están en el más desierto
de los desiertos. Es una vastísima nada, rodeada de nada, donde sólo crecen
las piedras. Y sin embargo, en esas arideces, y en las zonas liberadas, que
no son mucho mejores, los saharauis han sido capaces de crear la sociedad
más abierta, y la menos machista, de todo el mundo musulmán.
Este milagro de los saharauis, que son muy pobres y muy pocos, no sólo se
explica por su porfiada voluntad de ser libres, que eso sí que sobra en esos
lugares donde todo falta: también se explica, en gran medida, por la
solidaridad internacional.
Y la mayor parte de la ayuda proviene de los pueblos de España. Su energía
solidaria, memoria y fuente de dignidad, es mucho más poderosa que los
vaivenes de los gobiernos y los mezquinos cálculos de las empresas.
Digo solidaridad, no caridad. La caridad humilla. No se equivoca el
proverbio africano que dice: La mano que recibe está siempre debajo de la
mano que da.
Los saharauis esperan. Están condenados a pena de angustia perpetua y de
perpetua nostalgia. Los campamentos de refugiados llevan los nombres de sus
ciudades secuestradas, sus perdidos lugares de encuentro, sus querencias: El
Aaiún, Smara...
Ellos se llaman hijos de las nubes, porque desde siempre persiguen la
lluvia.
Desde hace más de 30 años persiguen, también, la justicia, que en el mundo
de nuestro tiempo parece más esquiva que el agua en el desierto."
[Eduardo Galeano]